El ruido del poder y el poder del silencio
Gatekeeper (portero)- alguien con poder para cerrar o abrir las compuertas que detienen o facilitan que la información siga avanzando.
En una era de histrionismo cibernético a través de las redes sociales, el malestar ciudadano ante la “discusión” de la propuesta reforma tributaria deja entrever un agotamiento del modelo democrático representativo.
En esta dramática coyuntura, cada vez son más las voces que reclaman un nuevo acuerdo de convivencia democrática. Este nuevo acuerdo no puede surgir meramente del poder político de naturaleza bipartidista que ha secuestrado la discusión pública.
En cambio debe ceder ante la impostergable evolución hacia una democracia más transparente, accesible y participativa.
La discusión pública sobre la reforma tributaria se ha tornado en una simplona, pero ensordecedora a la vez.
El ciudadano promedio no entiende ni conoce en detalle las propuestas. Aun así los reclamos a favor y en contra con argumentos de 140 caracteres son estridentes: “¡Héroes!.. ¡traidores!”.
Los ciudadanos hemos caído en la trampa de la demagogia populista asumiendo como propios discursos con estadísticas fuera de contexto, estrategias de despiste y manipulación del lenguaje que tan solo ayudan a la degeneración de la democracia.
Históricamente quienes administran los gobiernos han aportado a esta dinámica oponiéndose al acceso libre de información a través del “gatekeeping”. Lo perciben como una exposición de su propia vulnerabilidad, lo que les representa un debilitamiento de su poder frente a su aspiración de precisamente consolidarlo.
La justificación constante de entrelínea de los “gatekeepers” la inmortalizó el actor Jack Nicholson, antagonista de la película “A Few Good Men”, en una de la citas más impactantes en la historia del cine norteamericano: “You can’t handle the truth!”.
No abrir los espacios de participación efectiva, y de acceso libre a la información, limita las posibilidades de que podamos comunicarnos, entendernos y trazar una ruta que nos permita asumir nuestro rol ciudadano y así poder hacer frente a la crisis que nos arropa. Pero el fin no puede ser meramente el acceso a la información, sino la administración y la utilización razonable y justa de esta información.
Ahí está el verdadero poder.
